Ensayos realizados por alumnas de 3° A, con la profesora Irma
DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIOS
No es ninguna novedad que los seres
humanos nos criticamos los unos a los otros. Lo hemos hecho desde hace siglos,
y lo seguimos haciendo. Tal vez decimos alguna frase discriminando a una
persona con aspecto extraño que vimos al pasar por la calle, o algún comentario
leve sobre la forma tan rara que tiene de hablar nuestro vecino. Ya sea a
conciencia o por accidente, todos juzgamos alguna vez a otra persona o tuvimos
prejuicios contra ella. ¿O hay acaso alguien que jamás haya opinado sobre
alguien sin conocerlo aún? ¿Que nunca haya hablado mal de nadie?
Desde la Antigüedad se ha estado
practicando la discriminación. Esta tradición tan infame ha sido transmitida de generación en
generación, siendo ejercida en mayor o menor medida. Era algo totalmente
habitual que las civilizaciones sintieran desprecio unas por otras tanto por el
nivel social, nacionalidad, o religión de sus habitantes. Muchas veces los
discriminados eran perseguidos, o incluso, expulsados, y frecuentemente eran privados
de derechos que el resto de la gente “común” sí poseía. Todo esto no hacía otra
cosa más que aumentar el dilema, ya que como respuesta a estas injusticias los
discriminados injuriaban a sus discriminadores y normalmente intentaban
rebelarse contra ellos.
Hoy aún, siglos después, esto sigue
ocurriendo. Como dijo en sus años Martin Luther King: “Hemos aprendido a volar
como los pájaros, a nadar como los peces. Pero no hemos aprendido el sencillo
arte de vivir como hermanos.” A pesar de que importantes empresas y medios
televisivos modernos han intentado concientizar a la gente de que todos somos
iguales por dentro y deberíamos tener el mismo trato y derechos, es evidente
que no han tenido demasiado éxito. Se crean cientos de ONG y campañas, se
dictan leyes a favor de la igualdad de los seres humanos, se realizan protestas
e incluso se celebran desfiles (como en el caso del famoso “Pride Parade”, que
tiene el objetivo de defender la cultura de los gays, lesbianas, bisexuales y
transgéneros). Desde pequeños se nos educa para intentar convertirnos en buenos
ciudadanos, para que logremos aprender a ser gentiles con los demás más allá de
su forma de ser. Pero contra todo pronóstico, los humanos continuamos con la
rústica costumbre de criticarnos unos a otros.
Tanto revuelo ha ocasionado
actualmente, que todo el asunto de la discriminación ha sido manifestado de
diversas formas artísticas, en libros, películas o canciones. Si nos adentramos
en el mundo de la literatura, podemos encontrar gran cantidad de obras que nos
hablan sobre los prejuicios y las rivalidades. Una de ellas es, por ejemplo,
“Los ojos del perro siberiano”, de Antonio Santa Ana. En esta breve pero
cautivadora historia, podemos ver cómo nuestro protagonista pierde su amistad
con uno de sus compañeros al contarle que su hermano Ezequiel padecía SIDA. En
uno de los capítulos, se cuenta cómo este amigo actúa totalmente aterrado por
la noticia, y pone distancia entre ambos inmediatamente.
Dicho todo esto, espero que cada
uno pueda tener la oportunidad de plantearse y reflexionar sobre este tema que
tantas discusiones ha ocasionado. Después de todo, ¿será posible que algún día
lleguemos a estar en paz tanto con los demás como con nosotros mismos?
Melina
Echeverría
Racismo
El racismo es algo que existe desde hace ya demasiados años,
sin embargo, varias personas han demostrado su opinión negativa ante este tipo
de prejuicio. Hombres como Martin Luther
King lucharon para que las personas de color más oscuro de piel tengan los
mismos derechos que cualquiera y, a pesar de que esto no haya sido nada fácil, lo
pudieron obtener. Sin embargo, aunque todas las personas poseen los mismos
derechos, no todas son tratadas por igual en la sociedad.
Donald Trump, actual candidato a la presidencia de los
Estados Unidos, tuvo varias opiniones sobre este tema: “México nos envía a la
gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, que son criminales y
violadores”. No solo dijo eso, sino que descalificó a las mujeres: “Las mujeres
son gordas, cerdas, perras y animales desagradables”. En mi caso, me es difícil
creer que una persona con tanto poder pueda descalificar a las personas por su
color de piel, nacionalidad, sexo, etc.
Por un lado, estas declaraciones generan más violencia en la
sociedad, ya que la gente, al escuchar esto, puede reaccionar mal generando
problemas en distintos ámbitos, como en las escuelas, lugares públicos, en el
trabajo, etc. Por otro lado, no podemos perder todo lo conseguido hasta hoy
desde la lucha de diferentes defensores de la igualdad como Nelson Mandela.
¿Dejaremos que un hombre sin escrúpulos nos diga cómo tenemos que
tratar a las personas? ¿O que las personas tienen distintos valores, según su
color de piel o nacionalidad? ¿Retrocederemos todo lo que hemos avanzado hasta
el día de hoy? ¿Olvidaremos el trabajo de los líderes que dieron su vida por la
igualdad?
En mi opinión, debemos concentrarnos en tener líderes o gobiernos
que nos ayuden a mejorar. ¿No es eso lo que todos queremos? Además, el racismo
es algo que solo puede generar más violencia como ya dijo Martin Luther King:
“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.
Hoy en día hay muchos prejuicios sociales. En Argentina se
suele tratar a la gente que roba como
“negros villeros”, dando por hecho que todos los que viven en las villas son
ladrones.
A mi parecer, estando en el siglo XXI y ya habiendo vivido
tantos hechos significativos y terribles para la humanidad con respecto al
racismo, como la Segunda Guerra Mundial, no debemos retroceder y entender que
cada uno tiene sus características. Debemos dejar de lado los absurdos
prejuicios y poder avanzar como seres humanos.
Sofía Lichtenstein